Cómo las raíces de las plantas logran acceder a suelos más profundos en busca de agua
Descubren un nuevo mecanismo de tolerancia al estrés abiótico mediado por el ácido abscísico

En condiciones de sequía, las plantas adaptan sus sistemas de raíces para crecer más profundamente en el suelo y acceder a reservas de agua situadas en las capas más profundas.
Científicos de plantas de la University of Nottingham, en colaboración con la Shanghai Jiao Tong University, han identificado cómo el ácido abscísico (Abscisic acid, ABA), una hormona vegetal conocida por su papel en la respuesta a la sequía, influye en los ángulos de crecimiento de las raíces en cultivos de cereales como el arroz y el maíz. Los resultados fueron publicados en Current Biology.
Los investigadores descubrieron un nuevo mecanismo mediante el cual el ABA promueve la producción de auxina, lo que mejora el gravitropismo de las raíces y permite que crezcan en ángulos más pronunciados en respuesta a la sequía. Las plantas con mutaciones genéticas que bloquean la producción de ABA presentaban ángulos de raíces más superficiales y una respuesta de flexión de las raíces más débil a la gravedad en comparación con las plantas normales. Estos defectos se relacionaron con niveles más bajos de auxina en sus raíces, ya que al agregar auxina externamente se restauraba el crecimiento normal de las raíces en estos mutantes.
El estudio destaca cómo el ABA y la auxina proporcionan una arquitectura mejorada del sistema radicular, permitiendo que las plantas alcancen capas más profundas del subsuelo en busca de agua.
La sequía ha provocado importantes pérdidas en la producción agrícola durante la última década. En condiciones de sequía, el agua suele agotarse en la capa superficial del suelo y permanece accesible solo en las capas más profundas del subsuelo. En este contexto, es fundamental mejorar la capacidad de los cultivos para tolerar la escasez de agua y conocer mejor el rol del ABA y la auxina podría contribuir al desarrollo de cultivos más resistentes a la sequía.
Los resultados fueron consistentes tanto en el arroz como en el maíz, lo que sugiere que este mecanismo podría aplicarse también a otros cultivos de cereales.