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Alternativas para disminuir la emisión de metano de los bovinos

En la lucha contra el cambio climático es esencial reducir el volumen de las emisiones de gases efecto invernadero

Uno de los objetivos en la lucha contra el cambio climático es reducir el volumen de las emisiones de gases efecto invernadero producidos por la actividad humana.

El ganado es responsable del 14.5% de todas las emisiones de gases efecto invernadero, siendo la mayor parte metano, un gas con un potente poder de calentamiento global (Global Warming Power / GWP), de alrededor de veinte veces el del dióxido de carbono.

Las emisiones que ocurren en la cadena productiva de ganado se originan a partir de cuatro procesos principales: la fermentación entérica de los animales, el manejo del estiércol, la producción de alimentos derivados y el consumo de energía.

Si bien el proceso digestivo de los rumiantes aporta metano, las especies no rumiantes también producen metano durante la digestión, pero la cantidad es mucho menor.

La producción biológica de metano en el rumen es el producto de relaciones simbióticas entre bacterias degradantes de fibra, protozoos productores de hidrógeno y bacterias arqueas metanogénicas. Además de convertirse en metano, el hidrógeno metabólico también puede incorporarse en ácidos grasos volátiles (AGV), como acetato, propionato y butirato, que luego son utilizados como energía por el animal rumiante. En teoría, la inhibición de la metanogénesis podría liberar hidrógeno para su uso en vías que producen AGV que son más favorables para el animal, creando así un potencial para una mayor eficiencia alimentaria.

Un estudio de 1000 vacas en cuatro países europeos analizó hasta qué punto los microbiomas de los rumiantes pueden ser controlados por el animal e identificó las características del microbioma del rumen que determinan la productividad y las emisiones de metano.

Se identificó un microbioma central del rumen, con una estructura jerárquica preservada y ligado filogenéticamente. El microbioma del rumen se vincularía con la genética y el fenotipo del animal. A largo plazo, esto podría significar que algunos de los microbios más problemáticos podrían eliminarse mediante la cría selectiva.

Otro enfoque es la inoculación de terneros con probióticos que pueden alterar la mezcla de microbios y eliminar las bacterias intestinales más perjudiciales, lo que limitaría el volumen de metano producido.

Desde hace tiempo se ha demostrado que la alimentación con algas marinas y productos de macroalgas reduce la emisión de metano entérico de la fermentación ruminal.

En 2014, investigadores de CSIRO (Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation) y la James Cook University de Australia demostraron que alimentar a los rumiantes con una dieta que contenía entre uno y dos por ciento de algas rojas reducía sus emisiones de metano en más del 90 por ciento. De los 20 tipos de algas analizadas, Asparagopsis taxiformis fue la más prometedora, con una eficacia de casi el 99 por ciento. CSIRO autorizó el uso de Asparagopsis como suplemento alimenticio y fundó una empresa, FutureFeed, para gestionar su uso comercial.

A. taxiformis y A. armata son dos especies de algas rojas de distribución oceánica mundial en aguas tropicales a templadas cálidas. Estos y otros tipos de algas tienen células especializadas que producen y almacenan bromoformo, un compuesto que altera una enzima utilizada en la vía de síntesis de metano que utilizan los microbios intestinales. Las algas se pueden liofilizar y el polvo se agrega a la ración de comida del bovino.

En 2020, FutureFeed ganó el Food Planet Prize por un valor de US$ 1 millón por crear un producto de una fuente natural, como es Asparagopsis, que puede reducir las emisiones de metano en el ganado.

Las políticas destinadas a reducir la emisión de metano se podrían traducir en mayores ingresos para los productores al darle un valor diferencial, por los beneficios ambientales que aporta su producción. Algunas compañías están vendiendo suscripciones de compensación de carbono, que ayudan a pagar la implementación de un programa de algas marinas en un establecimiento de cría de ganado vacuno.

Mientras tanto, el cultivo de algas marinas utilizadas como complemento alimenticio también podría ayudar a secuestrar dióxido de carbono, otro gas de efecto invernadero.